Leer los relatos cronológicamente. Las fotos son propiedad de Gabriel, salvo mención expresa. El autor de estos relatos ha viajado para conocer los ferrocarriles por Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Brasil, México, etc. Sitio sin fines de lucro.

lunes, 13 de febrero de 2023

Relato Retro: Resurrección a lo Grande 2.3

Cont.)

Viernes 5
. Paso por la estación del FCALP, con el que viajé a La Paz en el ’95. En Turismo me dan una lista de hoteles; pasando de nuevo por la estación a La Paz veo que hay en ella turistas guiados. Antes de buscar hospedaje, decido averiguar primero más sobre el tren Tacna-Arica. ¡Qué suerte que así lo hice!
Hay un guardia de raza andina, y hablo con él. Me dice que hoy a las cuatro sale un tren, y hay que estar a las tres. En vez de “muy” dice “harto”, como en castellano antiguo. Foteo las fachadas de las dos estaciones y voy a ver si me puedo meter en el otro. ¡Están los turistas! Y sacan fotos. Aprovecho. En un mural está el diagrama de la línea, y anoto las estaciones chilenas, que creo que no son todas: Poconchile, Km 41, San Martín, Central, Quebrada Honda, Pampa Ossa, Angostura, Puquios, Cnel. Alcérreca, Humapalca, Villa Industrial, Chislluma, Gral. Lagos y Visviri. También puse “(1) - A Chinchorro-Rosario"; no recuerdo si era un ramal.
Ando por la costa y el centro, compro soles y vuelvo a la estación peruana, animándome a preguntarle al guardia si puedo pasar a fotear. ¡Observen la diferencia con la Argentina! Me deja entrar, solícito, y me dice que si alguien me dice algo, que le diga que hablé con él.
Hay movimiento porque llegó un tren. La locomotora anaranjada es de ENAPU, y hay dos coches anaranjados con franja central amarilla. Otra vez afuera, se me sigue escapando la locomotora verde. Me pongo a comer en la plazoleta frente al FCALP, y al fin voy a la terminal a retirar el equipaje, volviendo a la estación peruana en colectivo.
Ferrocarril Tacna-Arica. Viernes 5 de enero de 2001
Ferrocarril Tacna-Arica. Viernes 5 de enero de 2001
Estación Ferrocarril de Arica a la Paz. Viernes 5 de enero de 2001
Tren el Dorado de los Andes (FCALP). Viernes 5 de enero de 2001
Locomotora Ferrocarril de Arica a la Paz. Viernes 5 de enero de 2001
Hay unos cuantos peruanos esperando en la vereda, las mujeres con coloridos trajes típicos. En la boletería hay uno escribiendo a máquina y otro haciendo boletos, que para mi contrariedad son meras papeletas a modo de recibo. Entrego el pasaporte y anotan los datos a máquina, para devolvérmelo después con el pasaje; $600 ($1,08). Me siento por ahí afuera, y veo a una muchachita blanca entre tanta gente de raza andina, una turista sin duda; luego, a una mujer mayor también blanca. ¡Pasa la elusiva locomotora verde!; estoy en buena posición para fotearla y lo hago.
Empiezan a llamar por nombre para entrar. Estalla una discusión entre dos mujeres; el guardia me dice a través de la reja que pase al antepatio, que van llamar o que están llamando a entrar. Parece que el altercado hace que se interrumpa el llamado a entrar. La chica blanca está llenando afuera las papeletas migratorias; se asoman de boletería a llamarla, “¡la argentina!”, y le dice que no queda más asiento, si va a viajar igual; pero se corrigen, parece que queda uno. A la mujer mayor la dejan pasar, con un viejo; después, el guardia me ve desde dentro y me dice que vaya. Pido permiso, me contestan con cortesía, el guardia dice “Dejen pasar”, una mujer o más repiten “El gringo” y hay risas. Me siento cohibido por la deferencia; los dos viejos están allí sentados, en lo que podría llamarse el patio de acceso al andén, o de tránsito. El guardia me trae de adentro una silla y me siento a la vista de toda la gente esperando parada del otro lado de la reja, y la cohibición aumenta. Los cuatro peruanos que consiguieron entrar antes de la trifulca verbal están sentados en el suelo, contra la pared; luego el guardia trae un banco de madera para dos peruanos.
Veo mejor los asientos de los coches; son verdes y enfrentados como los bolivianos, ufa. Se hacen las cuatro. Llegan dos blancos, tal vez chilenos que verificarán la salida. La chica argentina está afuera; pienso en sugerirle al guardia que la deje pasar y darle mi silla, pero pronto se inicia el movimiento de gente; llaman por lista, y el guardia firma el boleto al pasar al andén. Hay graciosos que al llamado responden “¡Presente!”, “¡Presente, mi sargento!” Me toca el turno, me sellan el pasaporte, se quedan con las papeletas migratorias chilenas que me dieron antes de llegar al puesto Pajaritos (al entrar en Chile) y me revisan ligeramente la mochila al pasar al andén. Le agradezco al guardia por su gentileza en todo ese día. Me toca el coche de atrás; no hay indicación de cuál número es ventanilla y cuál pasillo; quizá ventanilla es el que está más cerca del marco, pero de todos modos ya está ocupado. La chica argentina obtuvo el último asiento, atrás de todo.
Salimos 36 minutos tarde. Se aleja la playa, también la vía del FCALP. A los dieciséis minutos pasa lo que debe ser Chinchorro, la única estación intermedia, a 10 km, en medio del desierto. La vía está chota y resonante, pero apenas se bambolea el tren; es trocha media. Atravesamos un desierto sucio y árido. Luego del km 33 adquiere más velocidad y un paso más regular, pero sigue haciendo ruido. Observo (quizá por alguna marca de fábrica) que los coches son ingleses y tienen cortinas verdes para las ventanas, las cuales poseen por encima unos ventanucos como única abertura. Sesenta y ocho asientos y un baño.
A las 17:21 veo un desvío en triángulo y un coche esperando. Dicen “Ahí está el otro” o “Ahí está el coche”. Va aumentando la vegetación, aparecen árboles y cultivos. Lentea desde hace rato. Km 16. Desaparece la vegetación pero van apareciendo edificaciones grises cada vez en mayor densidad. TOME INCA KOLA. VOTE FUJIMORI. Va un poco más rápido del paso de hombre que llevaba. Aparece un taxibús. Vamos junto a la calle, luego por la calle misma, entre los coches. Ya es ciudad cabal. Entramos al recinto de la estación.
Siendo las 18:19, llego a Tacna, capital departamental. La gente se amontona para el control y aprovecho para fotear. El edificio es de chapa. La chica argentina fotea las vaporeras. Hay una especie de dresina cuya parte delantera es como un auto de los años veinte.
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001
Viernes 5 de enero de 2001
Estación de Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001
Estación de Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001
Un empleado me dice que vaya con el pasaporte a la mesa de más adentro; al intentar hacerlo, uno de seguridad con rasgos negros como Guerrero Martinheiz me dice “¡Ey, you!”. Le muestro el pasaporte. “¡Ah, argentino!”. Dice que creía que era holandés, y que tengo que ir primero a la primer mesa, donde se entrega la declaración jurada del Senasa. Ya tengo abierta la mochilita para mostrar qué es lo que estoy jurando ingresar de origen vegetal (miel de palma y germen de trigo tostado y enmelado); en mi sistema digestivo se acumulan las calorías de lo que me dijo el guardia que no se podía ingresar (frutas secas). El empleado toma el papel y lo deja sobre otros tantos, sin echarle siquiera una mirada. Ya está.
Una mujer en la otra mesa me hace llenar una papeleta, me sella el pasaporte, me habla del ferrocarril (que lo utilizan para el contrabando), me indica dónde está la terminal y al preguntarle si se puede fotear la estación (han sacado el tren de adelante) me acompaña al andén, dice que le pregunte a los guardias, me da la mano, me desea mucha suerte y se va.
Recorro el andén buscando cartel, pero no hay. Foteo y vuelvo a la sala; están por cerrar la puerta, con un guardia a cada lado. El grandote medio negro me ve y previene el cierre.
-El argentino. Che, pibe, déjate de pavadas -dice en broma, haciendo reír al otro.
Salgo a la vereda. Hay gente que entra con comida. Voy a buscar la terminal. Miro los alrededores. ¡Estoy en Perú! ¡En el país Perú! Luego de dar vueltas y andar preguntando, doy con la terminal. Dejo la mochila en la custodia (guardaequipajes), S./2 (dos nuevos soles); está abierto hasta las 10:00 PM, como dicen ahí, y pregunto la hora: 17:42. ¡Tengo las 19:38! Caigo en que Perú tiene dos horas menos; pero la peculiaridad es que la luz diurna no es como la de 17:42 en casa, sino como de 19:38 en casa en esta época del año. ¿Cómo se entiende?
Los voceadores anuncian partidas a Arica, también a Ilo, recordándome el FC Ilo-Toquepala, que ahora es Ilo-Moquegua. Veo “Empresa de Transporte Señor del Gran Poder”; a la miércole.
Vuelvo a la estación para fotearla y al cartel externo, también la entrada-salida de trenes, ya cerrada con portón, el cual incluye una arcada con torre-reloj, toda una paquetería. Qué ganas de fotear el tren llegando por la calle. Voy al centro. Inka Farma (creo que era una farmacia); Inca Kola, la bebida del Perú. Por lo que vi a lo largo del tiempo, ahí todo es Inca, Imperial y Glorioso. Hay una nutrida vida nocturna. Cambio 100 dólares por S./351. Volviendo a la terminal, veo que un taxista viejo pisha ahí no más en la amplia banquina; parece una costumbre andina.
Ahora Turismo de la terminal está abierto y la chica me da una amplia información y planos. Pondero su atención diciendo “Ha sido invalorable. Un servicio Inka”, y me despido con un beso, lo cual la deja sorprendida; no debe existir la costumbre.
Saco pasaje para las 22:00 locales (mis 24:00), S./20. Me siento a anotar y sacar cuentas, quedándome pasmado. ¡Es todo carísimo! No, estoy calculando al revés; la custodia no equivale a $7 sino a ¢60, y el boleto $6, no $60.
Otra vez los lustrabotas, como en Bolivia, por tener zapatillas de cuerina. “No, no. No tengo ganas. Nein, nein”, me salió impensadamente. ¿Cómo era en quechua? Manan munanichu, logro recordar de las lecciones de Internet, que estuve tratando de estudiar a propósito de este viaje.
Corrijo el reloj a la hora peruana, que es la que anotaré en adelante. Leo por ahí que el ferrocarril Tacna-Arica está desde 1857; en Sullana, Piura, del 1 al 5 de noviembre está la Feria Turística del Coco; del 1 al 12, en Puno, escenificación de la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo. Venden jugo de “toronja” (pomelo). Hay que comprar ticket de uso de terminal, como en Bolivia, S./1 (¢30). Ir al baño cuesta 50 céntimos. El puesto de policía tiene el lema AMA SUA. AMA QUELLA. AMA LLULLA / HONESTIDAD. LABORIOSIDAD. VERACIDAD.
Doy vueltas hasta que retiro la mochila y compro el ticket. El micro no es precisamente un servicio inka; no tiene baño, pero por lo menos me toca ventanilla y se reclina. Una tipa me muestra un grabador. “¿Me lo ayuda a pasar, como pertenencia personal?”, me pide, y la despacho. El micro larga una espesa nube de humo y sale, y yo embarcado en un viaje al interior del Perú, destino desconocido para mí donde los haya.
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul

Relato Retro: Resurrección a lo Grande 2.2

 Cont.)

Martes 2. Andan los troles, y voy a tomar uno a la terminal. $140 (¢24,20). Maneja una mujer. Tiene cartelitos en francés. Hay de uno y dos cuerpos. Bajo a fotear ascensores. Sí; Valparaíso está rodeada de cerros, que se hallan urbanizados, y hay “cajas” funiculares para los que no quieren subir escalones, que son los ascensores; $110 la subida y $90 la bajada, lástima que no puedan conservarse los boletos. Subo en el Ascensor Cerro Concepción (pues tienen nombres; también está el Ascensor Artillería y el Ascensor Polanco, por ejemplo). Tiene una tabla de madera a modo de asiento; es encantador por lo antiguo. Arriba doy unas vueltas y foteo la estación del ascensor antes de bajar.
Llevo rollos a revelar y compro una cámara de $9000 ($16,20); consigo también miel de palma (glucosa, sacarosa, leche de coco y jugo de palma). Sigo de paseo fotográfico, compras y tomas de trole, ya que es una novedad para mí; cobran $10 menos que los colectivos. Aparte de volver al hospedaje para el almuerzo en el intermedio. En Bella Vista tomo el tren a Barón para ir a la terminal, con destino a Placilla. Los choferes no conocen eso del FC ni el cartel que les digo; me bajan justo enfrente del cartel. No veo vías. El cartel dice FF.CC. PLACILLA ORIENTE/AUTOMOTOR SALÓN-CAMA/MOTEL PARADA ARBOLITOS/RUTA 68 KM 108. PLACILLA=ORIENTE. No entiendo nada. Le pregunto a una señora, que me dice que es un motel que se llama así, que ella también creía que era algo ferroviario pero no. Voy a buscarlo y se resuelve el misterio: es un motel que en su patio tiene dos coches del Metrotrén viejo que arriba de las ventanillas dice “Ferrocarril Placilla-Oriente”, y parecen ser usados como dormitorio. Para fotear, hay que hablar con la administradora, que llega más tarde; los foteo desde la entrada.
Vuelvo a la ciudad en un colectivo en el que se tira de una piola para pedir parada. Tengo una última duda sobre si irme hoy; pero ya terminé la recorrida aquí y el siguiente tramo es de 1525 km. Tomo el trole al centro, me paso de largo, me bajo porque el resto lo hace, el trole da la vuelta y vuelve, tomo otro (tiene los cartelitos en alemán), bajando a buscar las fotos. Yendo a sentarme a meditar mis próximos pasos, antes de tomar asiento ya medité: no habrá partida de Valparaíso en tren, sino que me iré esta noche y ahorraré cinco días; si tengo pasaje.
Voy al supermercado. El jabón en polvo se llama “detergente” y el detergente “lavavajilla” (y a las remeras le dicen poleras, y “calcetas” a las medias). Tomo en Bella Vista el tren a Barón, mi último Merval, el gris (foteé uno verde, también). Adiós a Barón, y al querido Merval; ojalá que llegue otra vez hasta Los Andes.
En la terminal hallo que no hay pasaje, y el viaje dura 22 horas. Cambio de destino y al fin consigo, para las 22:20. Tomo el trole por última vez, de regreso al hospedaje.
Miércoles 3. A las 6:14 llegamos a La Serena, capital de la IV Región de Coquimbo; está en la provincia de Elqui, pero no es su capital. Luego de haber sacado nuevo pasaje, voy al baño, al que se pasa por molinetes, llamados torniquetes. Veo escrito: “Viva Perú, carajo”; “Peruanos maracos, valen calampa. Se lo dicen los chilenos”.
Salgo a la calle cerca de las ocho. Está nublado. Lo de enfrente tiene aspecto de zona de vías. ¡Semáforos ferroviarios! Cruzo. ¡Rieles! ¡Trocha angosta! Tomo la vía hacia el centro; se ve en uso, no está oxidada. Me pongo alegre. El edificio de la estación está alambrado, pero el resto (andén secundario, cartel) es accesible; está en el km 491. Al igual que el resto de los edificios institucionales de esta ciudad, es grande, masivo, imponente; incluso cuando son de fecha reciente imitan estilos antiguos.
Tras la recorrida por el centro, oigo ruido de tren y veo pasar una locomotora azul con vagonetas azules llenas de carbón que dicen Minas algo. Antes de ir al zoológico llego al magro río Elqui, donde saco la última foto con la cámara vieja; la nueva parece más chota. “El objeto no debe estar a más de tres metros”; ¡pero debo fotear un valle!
Regreso a la terminal y voy a Ovalle, capital de la provincia de Limarí. En el plano no figura la estación; pregunto por ella y me dicen que no hay. Cuando pregunto por la vía de tren, en otro lado, me dicen “la estación”, “por la bomba de Chell” (o sea, la estación de servicio Shell). Resulta que no hay más vías y la estación es un museo; la parte interna está alambrada, así que igual se puede fotear, y no conserva carteles. Ya son las tres de la tarde y hay Sol.
No hay nada más que ver allí y pretendo ir a Coquimbo, la capital de Elqui. Sufro confusiones con las indicaciones de dónde tomar el micro, al fin saco pasaje en un lugar y me mandan gratuitamente en taxi a la agencia. Cuando llega a La Serena me abruma la furia, pero resulta que de ahí agarra hacia Coquimbo. Siete kilómetros antes de llegar veo una estación convertida en mercado; el chofer dice que no lo es, sino locales comerciales (mmm, mi ojo ferroviario no creo que mienta), y sus indicaciones para la de Coquimbo me resultan imprecisas.
La Serena. Miércoles 3 de enero de 2001
Exestación Ovalle. Miércoles 3 de enero de 2001
Bajo a las 19:28, retrocediendo un montón de cuadras, hasta convencerme que lo que veo a lo lejos es una vía portuaria. Vuelvo y pregunto por el camino; en un lado me dicen que está para el lado de la terminal, y en otro que la demolieron, me indican el sitio exacto y lo que hay en su lugar (un monolito). Llego, foteo la no-estación y una vista marina desde lo alto de la calle.
En Turismo me dicen que los “locales comerciales” son la estación Peñuelas, a donde me arriesgo a ir a pesar del Sol declinante. Son siete kilómetros y el colectivo primero tiene que salir de Coquimbo y sortear sus semáforos. No entiendo por qué no avanza cuando tiene luz verde; se queda ahí paradote, cambio tras cambio de semáforo. La luz diurna se vuelve mortecina. Veo un bar hecho con un vagón de madero, pero por más que miro no descubro la estación Peñuelas, y lo que veo al fin es la terminal de La Serena. He fallado. El enojo ni siquiera sale.
En la noche pasan los trenes azules, con su rotativa azul; debería volver en el futuro, a fotear la estación con sol, ir a conocer las playas y acechar cámara en mano el paso de los trenes.
Jueves 4. Dan las ocho y las nueve de la mañana. Un cartel dice “No corra”. El micro no va muy rápido; ¡corra, corra, corra! Veo un tren de mineral con tres locomotoras del FCAB (FC de Antofagasta a Bolivia). Aparece la extensión del mar, y a las 11:05 llegamos a Antofagasta, donde hay que hacer trasbordo dentro de una hora. Voy a buscar algo alusivo que fotear; en la esquina miro a un lado y a otro. ¡La estación! Está a tres cuadras. Descubro con sorpresa que tiene un cartel de madera, ¡un cartel de estación!
La recepcionista me confirma el horario del tren de pasajeros (que no sale de Antofagasta), y tras telefonear me dice que no puedo pasar a fotear el cartel. Lo hago a través del enrejado, desde la calle.
A la una y cinco para en Baquedano, por verlo en el cartel de la estación, que está por ahí no más y es abierta y foteable. Ojalá paren para el almuerzo. Ello no ocurre, pero entre el intercambio de encomiendas con la agencia y un camión que maniobra adelante podría haber ido tranquilamente, y me quedo con la angustia. A las dos y cinco despierto en Sierra Gorda, de donde salimos a las 14:13, y a una o dos cuadras debe estar la estación, recontracaray.
Ya estamos llegando. Calle Quemazón; y sí, estamos en medio del desierto, tierra adentro. A las 15:14 terminamos en Calama, capital de la provincia de El Loa, de donde sale el tren de pasajeros del FCAB, el miércoles a las 23:00, según me mandaron de Sernatur (Servicio Nacional de Turismo) por Internet, agregando que era incómodo e iban los buses Manchego. O sea, el tren se fue anoche, pero vine igual para conocer Calama y la cercana Chuquicamata, y cuando vuelva en tren desde Bolivia (crucemos los dedos) seguir viaje directamente. La novedad era que el tren ya no llegaba hasta Oruro, terminando un buen trecho antes. ¡Antiguamente llegaba a La Paz! Ya parece un ferrocarril argentino. En Antofagasta me dijeron que hasta ahora corre normal, porque puede interrumpirse por lluvias del lado boliviano. ¡Ay, las lluvias bolivianas que interrumpen trenes!; si sabré de ello.
Antofagasta. Jueves 4 de enero de 2001
Jueves 4 de enero de 2001
Jueves 4 de enero de 2001
Para seguir viaje hay una muy tentadora frecuencia diaria a las 21:30. Voy a buscar Turismo, para que me digan dónde hallar un hospedaje barato; me urge bañarme. La ida a Chuquicamata la empleada me la pinta casi siniestra: hay que hacer un tour, ir a la parada de taxis (¿o dijo taxibuses?) y decirles que lo lleven a uno al tour; que en el tour cobrarán un mínimo de $1000 ($1,80, pero me sonó a $10) para los huérfanos o algo por el estilo, si uno quiere puede dar más; entonces mostrarán un video en castellano e inglés. ¿Y cómo encaja Chuquicamata en todo eso? Me repitió todo lo mismo, agregando que podía tomar todas las fotos que quisiera hasta que el tour volviera. El video mostraba la historia de Chuquicamata, que era un pueblo minero, con las clases sociales muy marcadas, y costumbres distintas, como por ejemplo manejar por la izquierda. Y desaparecerá, pues todos los habitantes se trasladarán a Calama.
Alarmado por todo esto (y sobre todo porque quieran sacarme plata a nombre de huérfanos o desamparados, con tours obligatorios) desisto de viajar allí.
Más tarde voy a la estación a hacer averiguaciones. El tren sale los miércoles a las 23:00 y llega a las 17:00, volviendo el lunes a las 12:00 y llegando a las tres de la mañana, sin duda algo horrendo. Más horrendo es que no me dejan pasar a fotear; yo que primero había pasado al andén porque estaba abierta la puerta... podría haber aprovechado hasta que me echaran. Debo contentarme con una toma lejana desde el cruce; ¡distingo el cartel, qué suplicio! Regreso para preguntar si hay que reservar boleto; desde el lunes se puede sacar. La autorización para fotear hay que traerla por escrito desde Antofagasta. Hay dos alemanitas preguntando por el tren a Oruro.
Voy a la agencia a sacar pasaje para la noche. Llego luego al parque sobre el río Loa. Hay una notoria presencia del elemento boliviano en la población. Hasta aquí siguen la moda de los monopatines. Hay perros con todo el aspecto de lobos, y calles con nombres tipo Copa Paya, Kamac Mayu.
Viernes 5. A las 6:55 llegamos a Arica 2. Saliendo a la calle, veo una trufi (traffic) que será la que deba tomar, ya que, según me informaron en Buenos Aires, el tren no funciona, maldición.
Llego a la estación. ¡En realidad son dos estaciones! A la que conocía, amarillo y marrón, la pintaron de verde claro y oscuro, y le construyeron otra al lado de aspecto modernoide, con un cartelón que dice “Estación Terminal Arica/Ferrocarril Tacna-Arica/Kilómetro 60”. Me quedo mirando la estación vieja, y el colectivero con el que llegué me dice que la otra es la estación; voy a la otra, y cuando el colectivo se va vuelvo a la primera. Tiene el cartel “Estación Arica/enafer sa [Empresa Nacional de Ferrocarriles, Perú]/FC Tacna Arica km 60,176/Ferrocarril del Sur”. Ahora que tengo pasaporte, no anda el tren, según me dijeron en el consultado peruano.
Voy al ver el cartel que tiene la moderna: ENAPU SA [Empresa Nacional de Puertos]/Ferrocarril Tacna-Arica/Servicio de autovagón: salidas diarias:/lunes, martes, jueves 11:00 y 21:00 horas/Salidas día sábado 16:00 horas/Servicio de tren de pasajeros lunes, miércoles y viernes 16:00 horas”. Un anuncio comunica al público que por motivos de fuerza mayor se suspende el autovagón; sólo anda el servicio de tren. Se saca boleto hasta quince minutos antes. Ahora está cerrado.
Viernes 5 de enero de 2001
Arica, estación vieja. Viernes 5 de enero de 2001
Arica, estación nueva. Viernes 5 de enero de 2001
Bueh, después de todo, sí hay tren; yo que me había enfurecido en Buenos Aires por tanta falta de trenes y decidido ir caminando por la vía, hasta recordar que eran 60 km.
Pasó una locomotora del FC Arica a La Paz que me había quedado sin fotear la vez pasada, por ser demasiado temprano y nublado.
Voy a buscar Turismo para que me indiquen hospedaje. ¿Por qué? Porque el tonto cree que hoy es sábado y que corre el autovagón (vehículo autopropulsado), el cual dice ahí que por el momento no anda; por tanto, hoy no hay tren.
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul

martes, 7 de febrero de 2023

Relato Retro: Resurrección a lo Grande 2.1

Cont.)
Lunes 1º de enero de 2001. Luego de unas vueltas, tomo en Barón el tren de las diez; la boletería está cerrada y la guardesa (o conductora) me da a bordo un boleto de talonario. Bajo en El Sol, la anterior a Belloto; tras fotear, retrocedo a pie a Quilpué, dando vueltas para llegar ante Desvío Carozzi y fotearlo. Hecho, regreso a la estación, para bajar en Valencia; es un apeadero y se fotea enseguida. Para no esperar ahí, regreso caminando a Quilpué, tomando el tren a Laboral, que a la ida también paró. Después camino a Disal (no para), El Salto, Colegio Alemán y Chorrillos.
Lunes 1º de enero de 2001
Barón. Lunes 1º de enero de 2001
Lunes 1º de enero de 2001
Quilpué. Lunes 1º de enero de 2001
Valencia. 1º de enero de 2001
Laboral. 1º de enero de 2001
Disal. Lunes 1º de enero de 2001
Lunes 1º de enero de 2001
Lunes 1º de enero de 2001
Chorrillos. Lunes 1º de enero de 2001
Como la siguiente es Viña del Mar y el Sol no aparece hasta las tres de la tarde, dejo por hoy. Por la una y cuarto bajo en Barón y hago compras. Tras el almuerzo, salgo de nuevo. Voy a fotear la estación Bella Vista y sigo a Puerto, para fotearle un viejo cartel de madera, alejado del andén, que se ve desde la calle.
Habiendo estación y Sol, no puedo con mi genio. Resigno otras actividades y a las 15:48 bajo en Viña del Mar. Como no planeaba para ahora este viaje, no traje el plano, y me mando. Llego al estero Marga-Marga. Se me acaba el rollo, y ando buscando dónde comprar; si digo “royo de foto” me preguntan “¿qué?”, y debo repetir, así que al fin pronuncio la elle y entonces entienden de entrada.
Sigo foteando la costa y encuentro la estación Miramar, donde después tomo el tren a Viña. Al bajar, la guardesa me sonríe y dice algo que no entiendo; ya me tiene conocido de verme ayer y hoy todo el día. Y por si alguien no lo notó: prolongo mi estadía en Valparaíso para fotear todas las estaciones locales, como hice la primera vez en Santiago con el Metrotrén.
Bella Vista. Lunes 1º de enero de 2001
Bella Vista. Lunes 1º de enero de 2001
Lunes 1º de enero de 2001
Viña del Mar. Lunes 1º de enero de 2001
Miramar. Lunes 1º de enero de 2001
Fui de vuelta a la estación Viña del Mar para tener un boleto con su nombre. A las 19:20, a pleno Sol, bajo en Portales, en la costa, la última que faltaba, anterior a Barón, Bella Vista y Puerto. Ahora puedo darme un descanso. Tengo ganas de un helado, y voy a un puesto.
Portales. Lunes 1º de enero de 2001
Portales. Lunes 1º de enero de 2001
Puerto. Lunes 1º de enero de 2001
- ¿Es de crema o de agua?
-...De leche.
Escucho modismos. “- ¿A cuánto están? -A luca” (unos posters). “Ahora le tiro el cambio”.
Luego tomo el tren a Puerto, sacando pasaje en el tren; están liquidando los boletos promocionales, que caducaron el 31. Sino, sacar en el tren es más caro. Hago compras y vuelvo al hospedaje; la señora quiere convidarme con una bebida.
-Si tiene alcohol, no tomo -le advierto, y la guarda.
-Niño santo, vale por dos.
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul

Relato Retro: Resurrección a lo Grande 1.2

Cont.)
Viernes 29
. Sueño cosas recordables, indicio de comodidad. En el último sueño llego en tren a Bolivia a las 00:00, y busco dónde cambiar plata.
La azafata me toca el brazo, y dice que estamos por llegar. Cuando bajo me sostiene del brazo. Son las 5:40 y estoy en Talca 3. Anoto horarios, estaciones y otras cosas, y antes de salir le pregunto al guardia por algún hospedaje. Consigo al fin uno de $6000 ($10,80) y vuelvo a la estación, llegando a las 7:24 (el trencito sale 7:30).
Viernes 29 de diciembre de 2000
Saco boleto, de cartón y mismo estilo que el del Metrotrén, $1100 ($1,98). No me animo a preguntarle a la boletera si era ella la que me contestó cuando llamé desde Buenos Aires preguntando por el trencito; sí le pregunté si podía pagarle con $10.000 para tener cambio, y además de cobrarme aparte el boleto me cambia el billete.
A las 7:27 estoy junto al tren, coche motor de dos cuerpos, simpatiquísimo, de trocha métrica, llamado aquí “bus carril”, pintado de azul, blanco y amarillo. ¡Tengo que fotear! Suena mal otra vez la cámara; disparo al cielo y suena bien, y repito la foto. Subo al cuerpo de adelante, ocupando justo el asiento 13 ventanilla, mi número preferido (nací un 13). Se ha despejado el nubarrón de perder el tren.
Tras tocar una insulsa bocina, sale a las 7:32. Ofrecen desayuno (no gratis). Once minutos después pasa a la izquierda algo que no sé si es una estación abandonada o una casa, en una curva, luego de la cual agarra velocidad. Se bambolea en su trocha angosta de vía única. En el kilómetro 9 tiene que parar porque adelante corre un cachorrito de perro y no sale de la vía. Los conductores miran bajo el tren.
7:54 COLIN, estación rural de aspecto viejo y descuidado, sin cartel, con el nombre pintado en la pared. No se detiene ante un pequeño pato, así como lo hizo con el perrito. Cruzamos lo que debe ser el río Maule, que da nombre a la VII Región, de la que Talca es capital, así como de la provincia de Talca.
8:07 aparece a la derecha un cartel redondo oxidado que dice PARADERO.
8:14 CORINTO, estación de peor aspecto, sin cartel. Suben con cajones de tomates. Un trecho después de salir junta a dos en la vía, y a otro más adelante. Le siguen Curtiduría, un apeadero de nombre ignorado, Los-Llocos, Paradero Tricahue (se ve el río Maule), El Peumo (los campos dejan lugar a los bosques, que no son espesos; vamos entre cerros abiertos “por la voluntad del ferrocarril”), González Bastias (donde nos cruzamos con otro buscarril), Toconey, Pichaman (¡la estación es un vagón antiguo!, con el nombre pintado), Los Romeros (hay pegado un afiche “salvemos el ramal”), un apeadero cuyo nombre no se nota por lo oxidado del cartel (siguen subiendo cajas de tomates), Estación Forel (nombre pintado en uno de dos vagones de metal que hay por ahí; sólo hay una armazón oxidada de garita), una estación con cartel desaparecido, sube gente por la vía, seguimos el río Maule (más que un “servicio rural” esto parece un “servicio forestal”), Maquegua (oigo decir “¡loco!”, “¡flaco!”, “luca”; los dicharacheros que viajan parados toman cerveza), Paradero Turístico La Palmita, un largo puente sobre el río, un posible apeadero, población creciente, autos, buses y, a las 10:22, Constitución. Volverá a las 18:00.
Constitución. Viernes 29 de diciembre de 2000.
Saco fotos, recorro, llego al río, me como la chirimoya que me quedaba. Sigue sonando rara la cámara, le miro el frente, tiene algo abierto, le corro el rollo y se le cierra. ¡Le quedaba el obturador abierto!
Subo al cerro Mitrún, desde donde foteo la desembocadura del río Maule en el Océano Pacífico. Justo se incendia el cerro y aparecen dos carabineros y un autobomba. Voy a la playa, empinada y de arena negra, poblada de algas y moluscos, y poca gente; las mujeres están en malla y los hombres vestidos. El agua es helada. Luego de un tiempo, pego la vuelta. Leo por el camino: Decreto Alcaldicio, Amansadería, queso de cabeza.
El guarda confecciona boletos de talonario en la boletería. Ya en viaje, veo otros nombres de estación: Los Digueñes y Maquis. Descubro que Pichaman no es sólo un vagón, sino que incluye una garita y techo acanalado. El guarda me pregunta si me falta anotar alguna, y aprovecho para preguntarle; lo que hay entre Curtiduría y Los Llocos es una parada sin nombre que llaman El Colegio, entre Curtiduría y Corinto es El Morro, y entre Colin y Corinto, Pocoa. Pasando Pocoa se ve la cordillera allá adelante.
A las 21:02 (puede que tuviera dos minutos de adelanto el reloj) llegamos a Talca. ¡Cambiaron los horarios que anoté hoy! Al de las 3:32 sólo le queda en Económica, horror de horrores, y en el de 5:28 una “clase media”, que es la turista; saco en ésa, $3100 ($5,58).
Sábado 30. Me levanto a las 4:55 para ir a tomar el tren, el cual viene a las 6:18 en vez de 5:28. Esa clase turista es como la primera argentina, pero más pituca, con apoyanuca y centro de felpa. Vamos como a 120 km/h.
Después de San Fernando pasa el nuevo Metrotrén, al que vislumbro fugazmente. En Rancagua (anterior terminal del Metrotrén) veo el servicio estacionado, como si a San Fernando fuera una extensión fraccionada, no continua, como en el San Martín, que la mayoría de los trenes termina en José C. Paz y algunos se extienden a Pilar.
A las 9:48 llegamos a Alameda, Santiago 3. Paso de andén para fotear el nuevo Metrotrén. Tiene botón afuera para abrir la puerta y música funcional. También noto que ya no hay coches motores y remolcados viejos en playa.
Voy al mismo hospedaje que hace seis años, y me dan la misma habitación, cobrándome $6000 ($10,80) en vez de $7500 ($13,50) por ser ya cliente. Luego regreso a la estación en metro; el boleto es distinto, y cuesta ahora $220 (¢39,60), pues cambia de precio según las horas “de alta”, “media” y “de baja”. Tiene una bandita magnética, y el molinete se lo traga. Las estaciones más hondas tienen primero un nivel con comercios, abajo el de las boleterías y por último el de los andenes. En Alameda agarro folletos en Informes; hay una nueva estación local llamada Maestranza, que vaya a saber si no es la subestación Guindos, donde no paraba. La prolongación del servicio es Rancagua-Rengo-San Fernando; un altavoz anuncia el Metrotrén a Rancagua, combinación a San Fernando. Como no es para mí algo nuevo, sino sólo novedoso, no le dedicaré tiempo.
Alameda (Santiago). Sábado 30 de diciembre de 2000
Alameda (Santiago). Sábado 30 de diciembre de 2000.
Alameda (Santiago). Metrotrén (tren local). Sábado 30 de diciembre de 2000. 
En la galería de la estación dejo los rollos para revelar; la cámara más barata está a $20.000 ($36). Seguidamente camino las veinte cuadras hasta la avenida Matucana, confirmando por observación lo que parecía indicar el plano: la trocha angosta tiene un desvío a través de un túnel hasta Alameda, de modo que la desafectación de la estación terminal Mapocho no es óbice para una reposición del servicio. Por este lado el túnel sale a la primera estación norteña, Yungay, que está destruida y arrasada; foteo lo que queda.
Sigo camino, pensando qué hacer. Voy hasta la Avenida Mapocho y tomo el colectivo 207 ($290; $300 son ¢62) hasta el Puente Cal y Canto, donde foteo el río Mapocho con la ex estación homónima al fondo; continúo el paseo por sitios desconocidos. BEBIDAS Y KAPOS (luego vi que los kapos eran jugos marca Kapo). Llegado al cerro San Cristóbal, voy al zoológico por medio del funicular ($500 / ¢90), que me deja en la parada Zoológico.
Mi siguiente pretensión es recorrer íntegramente las ahora tres líneas de metro. Calculo que necesitaré siete boletos; pido diez, por las dudas y para que me quede alguno de muestra. Me ofrecen uno de diez viajes, que como es Chile no podía no tener un nombre curioso: boleto valor; $2000 ($3,60). Así, viajo en las líneas 1, 2 y 5, saliendo a la calle en las cabeceras. No todo el trayecto es subterráneo, sino también a nivel y elevado. Compruebo la existencia de jóvenes pavotes, igual que en Buenos Aires. ¿Recuerdan el helado Fruttare? Aquí está el mismo, pero se llama La Frutta.
De paso por Estación Central retiro las fotos. Salieron veintidós del rollo de treinta y seis; las miro en el metro y veo que varias salieron muy borrosas, las que sonaban raro. El fin de la recorrida es en la misma estación, en donde voy al supermercado. Hay durazno peludo, melón tuna (el melón blanco), calugón Pelayo (caramelo de dulce de leche), caluga (está envuelto en papel y no le veo la diferencia), empanada de pino (de “carne molida”), completos (panchos), moras (zarzamoras), melón calameño (melón escrito, que duplicó el precio de hace cinco o seis años en algunas partes, y en otras cuesta más del triple; por ejemplo, de $200 a $698). Lo que en casa son lujos de platudos, acá cuestan chaucha y palitos.
Domingo 31. Salgo por ocho y media y voy a la terminal San Borja. Esperando para cruzar y viendo los colectivos amarillos, me doy cuenta de algo: ¡han desaparecido todos los demás! Los multicolores, multiforma, multiantigüedad; Santiago ha perdido ese pintoresquismo.
Era la terminal de al lado. Observo con satisfacción que alguna ordenanza eliminó a los vagos y no tanto que preguntaban a la gente a dónde iba y la conducía a la boletería adecuada por una propina. Sigue habiendo preguntadores, pero con credencial exhibida y sin cobrar.
A bordo del micro hay un grupo de dicharacheros. Al ir a subir un carabinero, uno de ellos remeda un tono marcial: “Señores, bájeis”. Luego pasamos por un túnel que será el llamado Lo Prado. ¿Por qué tanta toponimia chilena empieza por “Lo”? ¿Querrá decir “lo de”? ¿Así la calle Lo Fernández significará “lo de Fernández”? ¿O será el mapuche lowo (médano), que en composición se vuelve ló (Catriló, Leubucó)?
La banquina se llama “berma”. Los alegres cantan “Cuarenta y veinte”, que debe ser el tema de alguna novela homónima de tema imaginable. Siguen con “¡Robot, eres lo máximo; robot, eres lo máximo! ¡Luchas contra el mal...!” etc., y continúan con otra del mismo tenor. El guarda viene a mirarlos fijo.
-¿Qué pasa, amigo? ¿Tengo el pelo duro?
Después siguen cantando. Uno dice con tono musical:
-Hay que cantar una canción más piola...
-Cuarenta y veinte...
Oigo decir “fiera” y “ponte la bombilla, gil”.
Llegamos a un lugar llamado Placilla y casi se me salen los ojos al leer en un cartel: FF.CC. PLACILLA ORIENTE. SALÓN. DORMITORIO. Debe ser uno de tantos ferrocarriles privados antiguos que hubo en Chile; tengo que investigar, pero la cosa es que no veo instalaciones ni material ferroviario. Bajan los alegres, y uno le dice “Shénkiu” al chofer.
Más adelante entramos en ejido urbano. Veo el restaurante El Porteño en la Avenida Argentina. ¡Hay trolebuses!
A las 10:28 llegamos a la terminal de Valparaíso, capital de la V Región de Valparaíso y de la provincia homónima. Dejo las cosas en guarda equipaje; hay una oficina de turismo, donde pregunto por el Merval (Metro Regional de Valparaíso). El mismo se ha ido acortando cada vez más; antes llegaba hasta Los Andes; en Valpo (como suelen abreviar) hay tres estaciones. El de Placilla debe ser de carga, como el que va a Concón. Obtengo planos y mapas y salgo a recorrer, planeando seguir viaje a la noche. Pero descubriendo que hay mucho para conocer aquí, prefiero retrasar una semana el tren semanal que tengo planeado tomar; ¡total, ni siquiera empezó el año! Mejor tener un hospedaje de base para dejar las cosas.
Voy al más económico que me informan en Turismo; no es malo para nada, pero estará barato porque hay que subir una cuesta y encontrarlo por ahí a la vuelta. El problema es que por las dichosas Fiestas está cobrando el triple, $15.000 ($27); desde mañana volverá a $5000 ($9).
Para traer la mochila de la terminal espero al trole, que no pasa. Luego me enteraría de que no andaba en esos días feriados. Al igual que en otros lugares de Chile, hay montones de colectivos. De nuevo en el hospedaje, el dueño, para indicarme que me quite la mochila y me acomode para registrarme, me dice “Desatalajesé” (quitarse el atalaje, el equipo).
Salgo a las dos y cuarto, a fotear los troles estacionados, que son de uno y dos cuerpos. Los únicos troles que había visto eran los de Mendoza, Rosario y Córdoba, y si alguna vez viajé en uno fue en Mendoza, en mi niñez. Veo churros a manera de manguera enrollada; también pan de leche, algo similar al berlín con crema (nuestra berlinesa). Retrocedo hacia el centro; el Sol aparece recién a las tres, superando las brumas marinas que cubren el cielo. La cámara sigue sonando mal.
Me dirijo a la costa. ¡Veo al Merval! Es igual al Metrotrén viejo, con otros colores. También hay uno renuevo (de aspecto modernísimo, o sea). Entro a conocer la estación terminal, llamada Puerto. Miro los horarios; sale más o menos cada quince / treinta minutos, y el boleto más caro cuesta $350 (¢63). Tomo el de 16:15, foteando primero la estación y los coches motores; por suerte el que sale ahora es de los viejales.
Anoto las estaciones al pasar. La traza urbana es continua, salvo antes de la última estación, en que acelera por un páramo, como de Del Viso a Villa Rosa. A las 17:38 finaliza su andadura en Limache, cerca de Quillota, la capital provincial, pero es tarde ya para ir por más. Doy una vuelta por afuera y dejo irse el tren para fotear la estación sin gente.
¿Y si de Valparaíso me fuera en tren (“no se puede pedir nada mejor”), yendo a Quillota desde aquí y recorriendo las capitales provinciales? Veré de hacerlo así. Lo inmejorable es: trole a Puerto y dejar Valparaíso en tren. Ay, caray, ¿¡cómo pude haberlo dudado!?, ¿¡cómo no fue evidente desde el principio!? ¡Vivan los principios ferroviarios!
Unidades de Metrotrén funcionando en el Merval. Domingo 31 de diciembre de 2000
Estación Puerto (Valparaíso). Domingo 31 de diciembre de 2000.
Estación Puerto (Valparaíso). Antiguo material remolcado y tractivo. 31/12/2000.
Domingo 31 de diciembre de 2000.
Limache. Domingo 31 de diciembre de 2000.
Saco boleto para el de 18:20. Son blancos con la foto en color de un monumento. Dicen la estación de origen pero no la de destino, basta con el precio ($200 en este caso, ¢36), y dicen “horario de baja”. El que me habían regalado en el trabajo era bordó con una franja negra formando diseños.
A los tres minutos de viaje bajo en Peña Blanca. Luego de fotear pregunto a la boletera si la siguiente estación está cerca; sí, de modo que ahorraré tiempo yendo a pie. Recuerdo una razón para no irme hoy mismo de Valparaíso: ¡el FC de Placilla!
Llego a Sargento Aldea. Foteo un cartel en sombra y una vista general, y con dolor en el alma dejo un cartel soleado que vi después para evitar la fotografía abusiva. Sigo camino, obsesionado con el cartel soleado. Es insoportable, y vuelvo desde la esquina. Me doy el gusto de fotear el cartel soleado, una adicional del apeadero con el otro andén como objetivo y mi conciencia queda en paz.
Sigo bordeando la vía hacia la siguiente. Tomo agua sin detenerme, me apuro. ¡Me siento feliz! Me estaba preguntando qué objeto tiene todo esto, y he sentido que estaba haciendo lo que mi alma ama. Esto es lo mío. Apurarme para fotear estaciones.
Llego a la otra, a la que no le recordaba el nombre. Hay una vaporera. Es muy urbano, incluso con una peatonal. El cartel está soleado. Ah, Villa Alemana, con razón tan urbano. Aprovecho a fotear el tren moderno. Luego Concepción, Rumié y Las Américas; ésta no tiene cartel con el nombre sino uno que dice ANDÉN PUERTO. No todas son estaciones, sino que hay varios apeaderos. Pasa el tren pintado de rojo con la propaganda de Hellmans.
A las 19:33 llego a El Belloto (así dice en el edificio, pero el cartel reza Belloto). Es hora de dejar por hoy, y además las estaciones empiezan a espaciarse. Tomo el tren nuevo, que es como el moderno Metrotrén. El nuevo a Tigre es un poroto; y el Tren de la Costa también. De un lado hay una fila de dos asientos, del otro de tres, salvo los extremos de las secciones, que tienen dos. Cuando baja uno (va casi lleno) veo un asiento del extremo plegado, y lo bajo para sentarme. Son de plástico gris tapizado. Hay tachos de metal para basura. Muérete de envidia... ¿Ferrocarriles Argentinos, privatizados?... Argentina.
Peña Blanca. Domingo 31 de diciembre de 2000
Sargento Aldea. Domingo 31 de diciembre de 2000
Domingo 31 de diciembre de 2000
Villa Alemana. Domingo 31 de diciembre de 2000
Domingo 31 de diciembre de 2000
Las Américas. Domingo 31 de diciembre de 2000
Domingo 31 de diciembre de 2000
El Belloto. Domingo 31 de diciembre de 2000
Junto a Quilpué veo un edificito diciendo Desvío Carozzi; me recuerda a Desvío Corazzi del Sarmiento. Para en El Salto; ¿qué pasó con Laboral? Le pregunto al guarda; domingos y feriados es facultativa (claro, no es laboral, ¡jajajajajajaja!).
A las ocho y media para en una donde no lo hizo a la ida, ni la había visto: Colegio Alemán. Un hombre le dice al guarda que pare en Miramar. En Viña del Mar hay mil personas en la estación; el tren repite que el tren no se detiene en Miramar, no para.
Bajo en Barón, la más cercana al hospedaje. Me pongo a buscar comida. Veo que el “completo”, además del pancho, es un pan de leche con forma de pancho. Unos punks de ambos sexos a los que algunos transeúntes se detienen a mirar entran en un local de comida, del que salen enseguida.
-Si entras con el pico parao te atienden.
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul