Cont.)
Viernes 5. Paso por la estación del FCALP, con el que viajé a La Paz en el ’95. En Turismo me dan una lista de hoteles; pasando de nuevo por la estación a La Paz veo que hay en ella turistas guiados. Antes de buscar hospedaje, decido averiguar primero más sobre el tren Tacna-Arica. ¡Qué suerte que así lo hice!
Viernes 5. Paso por la estación del FCALP, con el que viajé a La Paz en el ’95. En Turismo me dan una lista de hoteles; pasando de nuevo por la estación a La Paz veo que hay en ella turistas guiados. Antes de buscar hospedaje, decido averiguar primero más sobre el tren Tacna-Arica. ¡Qué suerte que así lo hice!
Hay un guardia de raza andina, y hablo con él. Me dice que hoy a las cuatro sale un tren, y hay que estar a las tres. En vez de “muy” dice “harto”, como en castellano antiguo. Foteo las fachadas de las dos estaciones y voy a ver si me puedo meter en el otro. ¡Están los turistas! Y sacan fotos. Aprovecho. En un mural está el diagrama de la línea, y anoto las estaciones chilenas, que creo que no son todas: Poconchile, Km 41, San Martín, Central, Quebrada Honda, Pampa Ossa, Angostura, Puquios, Cnel. Alcérreca, Humapalca, Villa Industrial, Chislluma, Gral. Lagos y Visviri. También puse “(1) - A Chinchorro-Rosario"; no recuerdo si era un ramal.
Ando por la costa y el centro, compro soles y vuelvo a la estación peruana, animándome a preguntarle al guardia si puedo pasar a fotear. ¡Observen la diferencia con la Argentina! Me deja entrar, solícito, y me dice que si alguien me dice algo, que le diga que hablé con él.
Hay movimiento porque llegó un tren. La locomotora anaranjada es de ENAPU, y hay dos coches anaranjados con franja central amarilla. Otra vez afuera, se me sigue escapando la locomotora verde. Me pongo a comer en la plazoleta frente al FCALP, y al fin voy a la terminal a retirar el equipaje, volviendo a la estación peruana en colectivo.
Ferrocarril Tacna-Arica. Viernes 5 de enero de 2001 |
Ferrocarril Tacna-Arica. Viernes 5 de enero de 2001 |
Estación Ferrocarril de Arica a la Paz. Viernes 5 de enero de 2001 |
Tren el Dorado de los Andes (FCALP). Viernes 5 de enero de 2001 |
Locomotora Ferrocarril de Arica a la Paz. Viernes 5 de enero de 2001 |
Hay unos cuantos peruanos esperando en la vereda, las mujeres con coloridos trajes típicos. En la boletería hay uno escribiendo a máquina y otro haciendo boletos, que para mi contrariedad son meras papeletas a modo de recibo. Entrego el pasaporte y anotan los datos a máquina, para devolvérmelo después con el pasaje; $600 ($1,08). Me siento por ahí afuera, y veo a una muchachita blanca entre tanta gente de raza andina, una turista sin duda; luego, a una mujer mayor también blanca. ¡Pasa la elusiva locomotora verde!; estoy en buena posición para fotearla y lo hago.
Empiezan a llamar por nombre para entrar. Estalla una discusión entre dos mujeres; el guardia me dice a través de la reja que pase al antepatio, que van llamar o que están llamando a entrar. Parece que el altercado hace que se interrumpa el llamado a entrar. La chica blanca está llenando afuera las papeletas migratorias; se asoman de boletería a llamarla, “¡la argentina!”, y le dice que no queda más asiento, si va a viajar igual; pero se corrigen, parece que queda uno. A la mujer mayor la dejan pasar, con un viejo; después, el guardia me ve desde dentro y me dice que vaya. Pido permiso, me contestan con cortesía, el guardia dice “Dejen pasar”, una mujer o más repiten “El gringo” y hay risas. Me siento cohibido por la deferencia; los dos viejos están allí sentados, en lo que podría llamarse el patio de acceso al andén, o de tránsito. El guardia me trae de adentro una silla y me siento a la vista de toda la gente esperando parada del otro lado de la reja, y la cohibición aumenta. Los cuatro peruanos que consiguieron entrar antes de la trifulca verbal están sentados en el suelo, contra la pared; luego el guardia trae un banco de madera para dos peruanos.
Veo mejor los asientos de los coches; son verdes y enfrentados como los bolivianos, ufa. Se hacen las cuatro. Llegan dos blancos, tal vez chilenos que verificarán la salida. La chica argentina está afuera; pienso en sugerirle al guardia que la deje pasar y darle mi silla, pero pronto se inicia el movimiento de gente; llaman por lista, y el guardia firma el boleto al pasar al andén. Hay graciosos que al llamado responden “¡Presente!”, “¡Presente, mi sargento!” Me toca el turno, me sellan el pasaporte, se quedan con las papeletas migratorias chilenas que me dieron antes de llegar al puesto Pajaritos (al entrar en Chile) y me revisan ligeramente la mochila al pasar al andén. Le agradezco al guardia por su gentileza en todo ese día. Me toca el coche de atrás; no hay indicación de cuál número es ventanilla y cuál pasillo; quizá ventanilla es el que está más cerca del marco, pero de todos modos ya está ocupado. La chica argentina obtuvo el último asiento, atrás de todo.
Salimos 36 minutos tarde. Se aleja la playa, también la vía del FCALP. A los dieciséis minutos pasa lo que debe ser Chinchorro, la única estación intermedia, a 10 km, en medio del desierto. La vía está chota y resonante, pero apenas se bambolea el tren; es trocha media. Atravesamos un desierto sucio y árido. Luego del km 33 adquiere más velocidad y un paso más regular, pero sigue haciendo ruido. Observo (quizá por alguna marca de fábrica) que los coches son ingleses y tienen cortinas verdes para las ventanas, las cuales poseen por encima unos ventanucos como única abertura. Sesenta y ocho asientos y un baño.
A las 17:21 veo un desvío en triángulo y un coche esperando. Dicen “Ahí está el otro” o “Ahí está el coche”. Va aumentando la vegetación, aparecen árboles y cultivos. Lentea desde hace rato. Km 16. Desaparece la vegetación pero van apareciendo edificaciones grises cada vez en mayor densidad. TOME INCA KOLA. VOTE FUJIMORI. Va un poco más rápido del paso de hombre que llevaba. Aparece un taxibús. Vamos junto a la calle, luego por la calle misma, entre los coches. Ya es ciudad cabal. Entramos al recinto de la estación.
Un empleado me dice que vaya con el pasaporte a la mesa de más adentro; al intentar hacerlo, uno de seguridad con rasgos negros como Guerrero Martinheiz me dice “¡Ey, you!”. Le muestro el pasaporte. “¡Ah, argentino!”. Dice que creía que era holandés, y que tengo que ir primero a la primer mesa, donde se entrega la declaración jurada del Senasa. Ya tengo abierta la mochilita para mostrar qué es lo que estoy jurando ingresar de origen vegetal (miel de palma y germen de trigo tostado y enmelado); en mi sistema digestivo se acumulan las calorías de lo que me dijo el guardia que no se podía ingresar (frutas secas). El empleado toma el papel y lo deja sobre otros tantos, sin echarle siquiera una mirada. Ya está.
Siendo las 18:19, llego a Tacna, capital departamental. La gente se amontona para el control y aprovecho para fotear. El edificio es de chapa. La chica argentina fotea las vaporeras. Hay una especie de dresina cuya parte delantera es como un auto de los años veinte.
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001 |
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001 |
Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001 |
Viernes 5 de enero de 2001 |
Estación de Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001 |
Estación de Tacna (Perú). Viernes 5 de enero de 2001 |
Una mujer en la otra mesa me hace llenar una papeleta, me sella el pasaporte, me habla del ferrocarril (que lo utilizan para el contrabando), me indica dónde está la terminal y al preguntarle si se puede fotear la estación (han sacado el tren de adelante) me acompaña al andén, dice que le pregunte a los guardias, me da la mano, me desea mucha suerte y se va.
Recorro el andén buscando cartel, pero no hay. Foteo y vuelvo a la sala; están por cerrar la puerta, con un guardia a cada lado. El grandote medio negro me ve y previene el cierre.
-El argentino. Che, pibe, déjate de pavadas -dice en broma, haciendo reír al otro.
Salgo a la vereda. Hay gente que entra con comida. Voy a buscar la terminal. Miro los alrededores. ¡Estoy en Perú! ¡En el país Perú! Luego de dar vueltas y andar preguntando, doy con la terminal. Dejo la mochila en la custodia (guardaequipajes), S./2 (dos nuevos soles); está abierto hasta las 10:00 PM, como dicen ahí, y pregunto la hora: 17:42. ¡Tengo las 19:38! Caigo en que Perú tiene dos horas menos; pero la peculiaridad es que la luz diurna no es como la de 17:42 en casa, sino como de 19:38 en casa en esta época del año. ¿Cómo se entiende?
Los voceadores anuncian partidas a Arica, también a Ilo, recordándome el FC Ilo-Toquepala, que ahora es Ilo-Moquegua. Veo “Empresa de Transporte Señor del Gran Poder”; a la miércole.
Vuelvo a la estación para fotearla y al cartel externo, también la entrada-salida de trenes, ya cerrada con portón, el cual incluye una arcada con torre-reloj, toda una paquetería. Qué ganas de fotear el tren llegando por la calle. Voy al centro. Inka Farma (creo que era una farmacia); Inca Kola, la bebida del Perú. Por lo que vi a lo largo del tiempo, ahí todo es Inca, Imperial y Glorioso. Hay una nutrida vida nocturna. Cambio 100 dólares por S./351. Volviendo a la terminal, veo que un taxista viejo pisha ahí no más en la amplia banquina; parece una costumbre andina.
Ahora Turismo de la terminal está abierto y la chica me da una amplia información y planos. Pondero su atención diciendo “Ha sido invalorable. Un servicio Inka”, y me despido con un beso, lo cual la deja sorprendida; no debe existir la costumbre.
Saco pasaje para las 22:00 locales (mis 24:00), S./20. Me siento a anotar y sacar cuentas, quedándome pasmado. ¡Es todo carísimo! No, estoy calculando al revés; la custodia no equivale a $7 sino a ¢60, y el boleto $6, no $60.
Otra vez los lustrabotas, como en Bolivia, por tener zapatillas de cuerina. “No, no. No tengo ganas. Nein, nein”, me salió impensadamente. ¿Cómo era en quechua? Manan munanichu, logro recordar de las lecciones de Internet, que estuve tratando de estudiar a propósito de este viaje.
Corrijo el reloj a la hora peruana, que es la que anotaré en adelante. Leo por ahí que el ferrocarril Tacna-Arica está desde 1857; en Sullana, Piura, del 1 al 5 de noviembre está la Feria Turística del Coco; del 1 al 12, en Puno, escenificación de la leyenda de Manco Cápac y Mama Ocllo. Venden jugo de “toronja” (pomelo). Hay que comprar ticket de uso de terminal, como en Bolivia, S./1 (¢30). Ir al baño cuesta 50 céntimos. El puesto de policía tiene el lema AMA SUA. AMA QUELLA. AMA LLULLA / HONESTIDAD. LABORIOSIDAD. VERACIDAD.
Doy vueltas hasta que retiro la mochila y compro el ticket. El micro no es precisamente un servicio inka; no tiene baño, pero por lo menos me toca ventanilla y se reclina. Una tipa me muestra un grabador. “¿Me lo ayuda a pasar, como pertenencia personal?”, me pide, y la despacho. El micro larga una espesa nube de humo y sale, y yo embarcado en un viaje al interior del Perú, destino desconocido para mí donde los haya.
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul