Leer los relatos cronológicamente. Las fotos son propiedad de Gabriel, salvo mención expresa. El autor de estos relatos ha viajado para conocer los ferrocarriles por Argentina, Uruguay, Estados Unidos, Brasil, México, etc. Sitio sin fines de lucro.

martes, 29 de septiembre de 2020

5) Fotos Argentina

 Buenos Aires y Córdoba

4) Fotos Argentina

 Santa Fe, Córdoba y San Luis

El Ferrocarril Provincial

La crisis ferroviaria, entre otros servicios, golpeaba al de Altarmirano. Que lo sacan, que no lo sacan. El de Lobos también quedaría muy castigado, y sus numerosas frecuencias se verían reducidas a cuatro.
Por eso es que en mi siguiente plan, el 6 de febrero de 1991, fui a Alejandro Korn (combinación en Glew), pues la continuación era insegura. Allí tomé un colectivo a Domselaar, para algo medio exótico: tomar un tren general en una estación local. No había boletería y había que sacar en la oficina. Allí vi unos extraños boletos, como de cartulina, que se marcaban con un sello fechador de números enormes. No sé de qué serían, pero a mí me dieron el no deseado “boleto de papel”, ése que a uno le quedan las tapas.
Esperando afuera, el boletero apareció para decirme que el tren que venía no era el mío, sino el siguiente. Lo tomé igual, bajando en Brandsen, y ahí subí al esperado. Era el que llamaban “la carreta” y “el lechero”, por parar en todas (salía a las 19:00 y algo de Constitución). En la madrugada bajé en Coronel Vidal, cabecera del partido de Mar Chiquita. Traté de dormir en el banco del andén.
Al mediodía agarré el de regreso, hasta General Guido. Me esperaba una estadía de veinticuatro horas. Vi las oxidadas vías del muerto ramal a Vivoratá vía General Madariaga (con extensión a Pinamar). Me insolé, me tiré en el borde del andén secundario, pasaban los rápidos, fui a la plaza, entraban los micros, las horas pasaban sin nada que hacer. A la noche traté de ir a dormir a una garita de micro en la ruta, donde me atormentaban los mosquitos. Me dejaron pasar la noche en la sala de espera de la estación. Lo que es ser un ferroviador obsesivo.
Al mediodía saqué boleto y regresé a Constitución, sin asiento. Fui a casa, me cambié, volví a Constitución y me dirigí a La Plata. Todavía había un tren de larga distancia que salía de La Plata. En turista no quedaba, y no se podía viajar parado; me resigné a sacar en primera, con SEREP. Agarré la ventanilla, aunque no me correspondía. No quería perderme la primera sección por nada.
Salió el tren, pasó por Tolosa y el andén de atrás de Ringuelet. ¡Viajar en tren por el ramal! Allí pasaron José Hernández, Melchor Romero, Abasto y Kilómetro 65. Más allá, ERA DESCONOCIDO.
Pasó Gómez, y más tarde algún apeadero que no conocía. Llegamos a Coronel Brandsen, donde tomamos la vía principal. El tren fue a velocidad de vértigo, dormí un poco, y como a las 4:30 bajamos en Mar del Plata. Sí, señor; había viajado en el tren El Platense.
Quise esperar la mañana en la sala de espera, pero parecía un hospital de campaña en plena guerra, lleno de gente. Me largué a caminar entonces, hasta llegar a la playa cuando clareaba; estuve en la Terminal de Ómnibus, y me pareció que tenía aspecto ferroviario (posteriormente me enteraría de que había sido ¡la estación Mar del Plata Sud!). Seguí por la costa y pretendí llegar al puerto, por los viejos tiempos, pero el maldormir me tenía mal y tomé un colectivo a la estación para volver con el primero que saliera, a eso de las cinco y algo de la tarde. Era un sábado, pero apenas me quedaban cuatro australes (o cuatro mil, no sé).
El 6 de abril, después de almorzar, fui a Constitución para viajar a Villa Elisa. Tras preguntar allí, tomé un colectivo hasta Arturo Seguí. Conocí la ex estación del Belgrano (FC Provincial de Buenos Aires), convertida en comisaría. Volví del mismo modo.
El día 20, con las mismas características viajé a José María Gutiérrez (vía Temperley-ramal de Bosques), con destino a Ingeniero Allan, del mismo ex ferrocarril mencionado. Ahora era una biblioteca. Por la vía (con rieles removidos en algunos tramos) llegué a El Pato, con su apeadero “C. A. (Colonia Agrícola) El Pato”, un refugio cúbico de material. Todo lo mismo para regresar.
El 27 fui a Bosques, y siempre con la Filcar en mano, llegué a Km 36, apeadero del FCPBA que constaba sólo del andén y dos carteles, con el típico esquema amarillo de fondo negro del Belgrano. A la vuelta bajé en Estanislao S. Zeballos, fui al terraplén del Belgrano y busqué Km 40, sin éxito. De regreso en Zeballos tomé el tren ahí; como es un apeadero, bajé en Mármol para sacar boleto y no tener problemas con el guarda, hallando la boletería cerrada. Entonces caminé a Adrogué, pero tampoco estaba abierta (crisis ferroviaria y sin venta de boletos). Subí al tren y saqué en Temperley.
El 28 tomé el tren 313, denominado Estrella del Valle, con el que anteriormente había llegado hasta Tornquist. Seguí más allá, fallando en ver la supuesta estación Aldea Romana que figuraba en la lista de localidades de los años sesenta (decía que era un lugar servido por el Roca). Así fue como llegué a Bahía Blanca vía Lamadrid. En el andén le pregunté al seco guarda:
-¿Hay algún modo de que pare en Médanos?
-No –medio ladró.
Y es que en los horarios Médanos figuraba como parada facultativa, pero parecía que lo facultativo era la voluntad del guarda. ¡Una cabecera de partido sin parada cabal!
Me hospedé en el Hotel Roma, que cobraba 80.000 australes ($8 de ahora), algo económico para entonces.
Al otro día temprano me fui a tomar la ya desaparecida empresa La Unión a Punta Alta. No sabía por dónde andaba, junto a una vía, cuando vi el cartel verde “Estación Puerto Belgrano” y me bajé. Era un edificio me parece que de madera, que había pertenecido a un servicio local de Bahía Blanca (o algo así había visto en afiches de horarios en Constitución), al que no había yo llegado a tiempo antes de su desaparición (¡otro más!). Tenía boletería habilitada, y con toda satisfacción pude contar con un boleto de cartón que decía “Bahía Blanca a Plaza Constitución / Expedido en Puerto Belgrano”, para el regreso de esa noche. Era la estación (más bien parada) del Mitre (ex Parada Punta Alta), usada por el Roca, y la ex estación del Roca se veía allá, convertida en museo, dentro de la jurisdicción de la Base Naval, así que no se podía pasar. ¡Maldición! Era tantalizante su cartel “Puerto Belgrano”.
A una cierta cantidad de cuadras estaba la estación principal del Mitre, Almirante Solier, de típica arquitectura del Ferro-Carril Rosario a Puerto Belgrano, con su marquesina doblada hacia arriba. Para irme de la ciudad, tomé un colectivo local a Villa General Arias, donde no hallé ni traza de la estación, ni supieron decirme. Volví a Bahía Blanca, y según parece visité de nuevo la estación Noroeste. Tomé un colectivo a Daniel Cerri, me indicaron dónde estaba la estación y para mi sorpresa fui a dar a Aguará, del ramal a Bariloche; ahí me dijeron que la estación General Cerri (ramal a Neuquén) estaba para el lado contrario, y la encontré y visité. Por último, de nuevo en el centro, otro colectivo me llevó a Ingeniero White, donde conocí la estación del ex FC del Sud y la estación Garro del ex Bahía Blanca y Noroeste.
Volví a Constitución.
Aprovechando el feriado del 1º de mayo, fui la tarde a Haedo, que sería en adelante mi nexo con las largas distancias, y tomé el tren a General Pinto, donde di una vuelta madrugueña y regresé a la estación para volver a Haedo. Otro partido menos.
El 4 de mayo proseguí con la exploración sistemática del Provincial. Luego del almuerzo fui a Claypole (vía Temperley), donde un colectivo me llevó a San Francisco Solano; para mi sorpresa, la estación se llamaba Parada Km 46,139, y parecía que estaba hecha casa. Allí tomé un colectivo a la Avenida Pasco, por la que llegué a la parada Pasco del mismo ferrocarril, otra casilla cuadrada de material. Caminando por la vía arribé a Monte Chingolo, ésta sí una estación-estación, donde había unos vagones con carbón, y unos horarios en una cartulina. ¡Andaba un tren!, aunque fuera de carga (corría entre Avellaneda y Gobernador Monteverde, en Florencio Varela, todo lo que quedaba de los servicios de carga y pasajeros a Azul, Olavarría y Mirapampa, en el límite provincial). Alguna vez tenía que ver si me dejaban subir a uno; ¡viajar en el Provincial! Siguiendo por la vía pasé por el apeadero A. A. Fernández, igual refugio cuadrado, y llegué a Avellaneda, saliendo creo que por un costado de la estación.
El 11 de mayo tomé en Haedo el tren a Lincoln, no sé ya por cuál de todos los ramales fue (había un tren que iba directo por el ramal que se desprende de Suipacha y otro por lo ramales Bragado-Los Toldos-Bayaucá, siendo ésta la anterior a Lincoln, donde se une al ramal de Suipacha), y tuve que pasar la noche allí y esperar a volver a la tarde siguiente, sin nada que hacer.
El 22 le tocó al Roca, hasta Dolores, hermosamente adornada la estación con las doradas hojas del otoño. Estaba para una foto, verdaderamente.
El 1º de junio quise evitar el casi brutal viaje de Caballito a Haedo en un tren relleno de toda la gente que salía del trabajo, bajando a los empujones. Así que me fui con el tren hasta Moreno y de ahí regresé a Haedo, bajando con comodidad y civilizadamente. La afortunada esta vez fue General Viamonte (estación Los Toldos); peculiarmente, tenía los carteles pintados según el esquema del Belgrano. El día siguiente estuvo lluvioso; anduve dibujando el plano de la ciudad en hoja cuadriculada para entretenerme con algo, y en la terminal resultaba tantalizante leer los destinos de colectivos de media distancia que iban a lugares que tenían estaciones de la CGBA (Fauzón, El Jabalí) y tal vez de otros ferrocarriles. Creo que la vuelta fue por las cinco de la tarde, y el tren (o el estado de vía) hacía saltar a los pasajeros en sus asientos, en forma poco digna, sobre todo a mí que siempre buscaba sentarme atrás de todo. Había sacado boleto a Mercedes para tomar el local, pero allí no sé si faltaba mucho para el próximo tren o qué, que volví al mismo y el guarda me hizo boleto a Once.
Para entonces ya estaba decidido a comprarme una cámara e ilustrar mis viajes. Mi primera foto la recibió la locomotora de maniobras “la Casilla” en Caballito, y de ahí fui a Once para fotografiar no recuerdo qué. Como no sabía manejar bien la cámara todavía, terminé rebobinando el rollo. Volví a casa, y en vez de ir a la casa de fotos a ver si se podía resacar el rollo, lo intenté yo, abriéndolo un poquito con una tijerita china, que usé también para tirar de la cinta. Consideré que había estropeado toda la película y la tiré, poniendo el otro rollo.
Así preparado, el 10 de junio fui a Haedo para un viaje encadenado. Soplaba una ola polar, y en la gélida casi madrugada del día siguiente bajé en Trenque Lauquen, aguardando en la sala de espera a que amaneciera. Estrené plenamente la cámara. Estaba el parque natural alrededor de la laguna que da nombre al lugar, donde reinaba una sensación de paz.
A las once de la noche o poco más, abordé el tren de regreso, bajando en medio de la madrugada en 9 de Julio, otra vez en la sala de espera hasta que se hiciera de día. Aquí era mucho más interesante, porque estaba la estación Nueve de Julio Norte, del Belgrano (CGBA). La gente que vivía ahí me dejó pasar a fotografiar; uno de los habitantes era un muchacho fotógrafo, que me regaló dos fotos de la estación, una en color de l5 × 18 y otra blanco y negro tal vez de 20 × 25.
Con uno de los colectivos locales (creo que el B) llegué a la ruta y seguí a pie. Un cartel de ruta indicaba la dirección a la estación Nueve de Julio Sud. El paraje se denominaba ahora El Provincial, y allí estaba la ex estación del FC Provincial de Buenos Aires, sin carteles, convertida en jardín de infantes y rodeada de un murito, si recuerdo bien.
En la terminal se podían tomar colectivos a otras localidades, como Patricios y Dudignac, con simpáticos colectivos viejos, pero en general eran servicios que habían venido a la mañana y ya se iban, de modo que no iba a poder volver en el día. O bien no entendía los horarios o no me explicaban bien. La cosa es que no tomé ninguno.
A la noche me senté en el banco del andén a esperar el tren de madrugada. Un empleado ya entrado en años y trato cordial abrió la sala de espera y me hizo pasar, por ser “cliente y un ser humano”. Y es que el clima no estaba para permanecer a la intemperie.
En la helada madrugada bajé en Pehuajó, y la sala de espera era parte del pasillo a la calle, al que se abría también la boletería. Así que estuve acurrucado al fresquete, sin poder conciliar el sueño. Al amanecer salí. Ahí enfrente había un hotel. Era viejo, y los chorros de la ducha salían finitos, apenas un poco más que tibios, y empezaron a perder fuerza.
Tuve que caminar un trecho para llegar a la ex estación del Provincial. Ahora era una escuela, y la única forma de sacarle a la parte interna era medio de lejos, no recuerdo si porque estaba alambrado el espacio intermedio o qué. Y por ahí no más estaba la amenazante inundación.
Me acosté bien temprano (como a las seis o seis y media de la tarde), para despertar a tiempo para tomar el tren, tanto porque mi reloj no tendría alarma como a causa de la falta de sueño de la noche anterior. Tuve éxito, y al cruzar a la estación escuchaba en el silencio de la madrugada el ruido del fechador de boletos.
Ahora fue el turno de Carlos Casares, con su cartel exóticamente anaranjado. En la Municipalidad obtuve un plano del partido, donde podía ver los otros ferrocarriles. Encontré estacionado por ahí un colectivo a Smith, y por lo que le entendí al poco comunicativo chofer, llegaba y salía; así que a la hora de tomarlo, en la terminal, opté por un destino intermedio: Moctezuma, la estación anterior, de la CGBA. Ahora era un jardín de infantes, y por suerte se podía entrar por un costado y le saqué fotos. Con el mismo colectivo volví a Carlos Casares.
La espera en el andén se hizo larga, pues empezó todavía de tarde. Tenté abrir la sala de espera pero parecía cerrada con llave. Los empleados que pasaban no me ofrecían entrar en ella, como en 9 de Julio. Bien entrada la noche probé de vuelta; estaba abierta.
Me senté... Desperté y el tren estaba ahí. En la boletería no había nadie, ¡y veía el boleto de mi próximo destino en la boletera, y era uno antiguo, anaranjado-ocre! Salí al andén y le dije al joven guarda que tenía que tomar el tren y no estaba el boletero. Me preguntó a dónde iba, y me dijo que subiera, que él me iba a hacer el pasaje.
Lleno de desazón, subí al tren. Y no arrancaba. Bajé. La boletería seguía cerrada. Entré en la oficina y vi al boletero charlando con el guarda.
-¿Se puede sacar boleto?
-Suba. Ya le dije que se lo voy a hacer yo.
Era demasiado joven yo como para discutirle a la autoridad, y falto de costumbre para reaccionar prontamente ante lo imprevisto, de modo que me quedé sin el ansiado boleto. Ya en el tren en marcha, me hice hacer pasaje a Pehuajó, lo que extrañó al guarda, ya que le había dicho que iba a ir a otro lado.
-Sí, pero voy a sacar boleto ahí.
-Pero si es lo mismo.
-Cosa mía... –le dije haciendo gesto de “loco” con mi dedo en la sien.
En Pehuajó dividían el tren, así que tendría tiempo. Obtuve un boleto blanco con franja roja desvaída, de aspecto viejo, con destino a José María Blanco, estación Tres Lomas, recientemente convertida en cabecera de partido. Fui a un hotel, que resultó medio careli; seguía nublado como en Carlos Casares, con amenaza de lluvia. Por la ventana del piso alto de mi habitación tenía la estación de frente, del otro lado de la calle, inmejorable para la foto (foto de la fachada). Estaba casi sin dormir, y me tiré a sestear luego de almorzar; desperté y miré por la ventana: seguía nublado. Al siguiente despertar me sorprendió el cielo despejado.
Crucé a fotear la estación. Igual que en Salliqueló, tenía también andén secundario, con cartel de letras metálicas sin fondo, correspondiente al FC Bahía Blanca y Noroeste, pues allí finalizaba uno de sus varios ramales. No había más nada que hacer hasta el día siguiente, que estuvo medio lluvioso. De acá para allá hasta el tren de la noche a Buenos Aires, donde llegué en la mañana del 17.
El 18 fui a tomar el tren Nº 313, Estrella del Valle. Disfruté una vez más de ver, escuchar y sentir las marchas de la formación. A la noche bajé en Bahía Blanca y fui a preguntar en la oficina si se podía bajar en Médanos. En abierto contraste con el guarda que dijo “Nooo” secamente la vez pasada, el joven empleado llamó por teléfono.
-Buenas noches, disculpe que lo moleste. ¿Permitiría que un empleado bajara en Médanos?
Lo permitió.
-¿Le preguntaste por empleado? –inquirí, inquieto.
-Yo me entiendo –replicó cordialmente, y me dijo que tenía que sacar boleto no recuerdo ya si a Nicolás Lavalle o a Algarrobo (creo que a ésta). Volví a subir. ¡Lo había conseguido!
Me lo marcó el mismo guarda que la otra vez me dijo “Nooo”. Yo iba parado en el acceso y esperaba ver las intermedias. Lo conseguí con General Cerri y Argerich, pero no con Mascota. Planeaba hacerle al maquinista el signo de seguir la marcha, que había visto ejecutar a alguien una vez, pero estaba el jefe de estación en el andén de Médanos, farol en mano; le tuve que dar el pasaje, pero era poca pérdida comparado con ¡haber bajado en Médanos! Además, en el SEREP no figuraba Médanos sino Algarrobo.
Fui al Hotel Comercio, un poco carucho para mi bolsillo; pero era porque tenía estufa.
-Ahora se la prendo.
-No hace falta.
-Mire que hace frío.
La puso en piloto y me dijo que la graduara como quisiera. Cuando se fue, la apagué, y levanté un poco la persiana (estaba bajada del todo) para que entrara aire. Igualmente, había tres frazadas en la cama.
Al día siguiente recorrí un poco el Médanos medio lluvioso y fui a comer sentado en un banco de la estación. Pero el viento salpicaba la lluvia, así que, sacrílegamente, me fui a la terminal, a esperar el micro a Bahía Blanca.
Anduve fotografiando, incluso en la estación Noroeste, donde andaba una locomotora Cockerill-Ougry (o algo así), que por su “cara” yo la llamaba “la Gallega”. Ya tenía foto de esta locomotora, comprada en Quilmes junto con la de la GT22 9085 y alguna del San Martín con los coches marrones; 25.000 australes cada una, que no salía económico.
Ya había Sol para entonces. Tomé un colectivo a Spurr, y en el viaje descubrí que no me quedaba cambio suficiente para volver; ¡me faltaban 10 australes! Rogué encontrarme plata. Al bajar del colectivo e ir hacia la estación, vi brillar algo entre el polvo: una moneda de 10 australes.
No quedaba ya sino tomar el tren 314, con el que en la fría madrugada bajé en Azul. Ahora ya sabía qué fotografiar (estaciones, municipalidad, iglesia, arroyo Azul). Otra vez el largo trecho a la ex estación del Provincial. Más tarde, tomé el 313 a Olavarría, y todo lo mismo (sólo que era el arroyo Tapalqué; en la foto salió una garcita). Bueno, el asunto del Provincial era más problemático, porque estaba convertido en comisaría; lo resolví foteando discretamente, al pasar, no muy cerca.
Fue el fin del periplo y regresé a Constitución con el 314.

Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul

miércoles, 23 de septiembre de 2020

Viaje a Centroámerica II

 Continuación

Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México

Miércoles 22: Tomo colectivo a Golfito, el puerto de salida. En un plano tengo señalada una “antigua locomotora”. Salimos a las 15.36 locales, va pasando el tiempo, está nublado y hay cerros en medio tapando el Sol. Ya en Golfito, por falta de mayores referencias visuales paso de largo de donde posa la antigua locomotora, el chofer dice que dará la vuelta, pero nos para el tránsito en la zona portuaria y la gente que sube a cada momento. Regresando, el chofer señala fugazmente unas instalaciones de aspecto ferroviario (galpones), pero me deja un buen trecho después, diciendo que es ahí. 
Son las 17.24. Ahí está la vaporera de monumento, FC del Sur pintado en el ténder. Está casi de noche pero foteo bien. Retrocedo a ver los galpones, todo un trecho por la costanera. Sí, hay una vaporera o más, bajo techo, una “estación” más allá, pero ya no sale nada en la cámara porque es noche cerrada y ahí no hay fuentes de luz. No queda más que volver a Neily.
Jueves 23: Luego de un largo viaje con transbordo, a las 13.30 llego a Quepos, en la costa, donde funcionaba otro ferrocarril de trazado irregular. Por el camino  cruzamos el Río Grande de Térraba y entramos en Palmar Norte, dejando atrás el pequeño Palmar Sur con el ex FC del Sur al sur de él (según mapa 1970). 
Una vez instalado, salgo a explorar. El aterraplenamiento que separa a la costanera del mar tiene un sospechoso aspecto ferroviario, y resulta que descubro un riel o segmento del mismo sobresaliendo verticalmente, y otro clavado como poste. Más adelante hay un galpón que me recuerda a los otros, bananeros, ya vistos, en camino hacia el muelle. La punta de riel, Portalón, creo que ni la encontré en internet, salvo alguna vaga referencia.
Viernes 24: Tomo un micro de madrugada con destino a San José, la capital. Acercándonos, veo una trocha angosta serpenteando por cornisas al estilo de la de Punilla.
Por las ocho salgo del hospedaje, planos en mano, derechito a la estación del Ferrocarril Eléctrico al Pacífico. Se oye bocina como de locomotora. Llego al cruce, miro a la derecha y a una cuadra ¡veo la estación! 

San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010

Foteo una vieja locomotora eléctrica desde el portón y entro. El guardia me hace señas de que no, hago seña de si debo dar la vuelta e ingresar por la entrada. “¿Qué necesita?”, me pregunta, y voy hacia él. Me dice que no se puede fotear adentro; dan permiso pero no hay nadie hasta enero; están llegando los últimos trenes del año y hasta el 3 de enero no salen más, y lo mismo el tren turístico a Puntarenas.
¡Viene un tren! Troto hacia el portón, es una locomotora tipo General Electric U12C, con coches; la retrato. ¡Enseguida aparece un coche motor Apolo! Lo foteo en el cruce, luego al interior de la estación desde las rejas. El guardia me hace seña de entrar: puedo fotear, rapidito.
Sólo andan mañana y tarde. La estación es anodina, tipo argentina de 1950, de trocha métrica. Foteo vagones, de aluminio parecen algunos, muy básicos y viejos, desconocidos. El guardia me avisa que llega otro tren desde el otro lado, el último del año, y lo mismo ocurre en el ramal a Heredia (incluso hay uno por día que une este ramal con el de Heredia); justo estaba copiando las estaciones del horario (que resultan no ser todas). 
Voy por la vía, hay mercado a ambos lados. Viene otro Apolo, lo foteo yéndose entre los puestos de la feria, luego descuidadamente borro la foto al intentar reducirle el tamaño. 
Llego a la Plaza González Víquez, un apeadero con asientos y techito en la plaza homónima. Paso por el apeadero Museo Nacional, pero no me entero porque no hay nada que lo identifique (ni un mínimo andén), lo deduzco después. 
Luego de dar vueltas, siguiendo terraplenes, llego al fin a la Estación del Atlántico. Está cerrada, teniendo una vaporera de un Northern Railway en la vereda, pero ningún material rodante adentro, que ha sido ido a guardar a la del Pacífico.

San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
San José (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 24 de diciembre de 2010
Luego de otros recorridos, por las tres de la tarde bajo del colectivo en San Pedro (como decir Vicente López), donde encuentro los apeaderos UCR (Universidad de Costa Rica, ¿o qué pensaron?) y Universidad Latina, donde culmina el servicio.
De regreso en el centro de San José ya parece tarde para ir a buscar la Parada de la Contraloría en el otro lado de la ciudad, no hay colectivos directos allí, está nublado, se hará tarde (a las seis está de noche) y quiero buscar souvenires. 
Sábado 25: Tomo un colectivo que va a Heredia, creyendo que terminaba ahí, pero no, y me paso de largo a la siguiente meta, Alajuela, capital de la provincia homónima. La estación fue demolida y no quedan trazas ferroviarias, salvo el comercial La Estación. De ahí tomo un colectivo a Atenas; la estación Atenas, como ya sabía, no está ahí sino en Río Grande (y parece que más allá de esa localidad), convertida en museo ferroviario. Pero a causa del feriado hay pocos colectivos, y luego de recorrer Atenas ya no hago a tiempo para ir.
Domingo 26: Viajo a Puntarenas, capital provincial. Veo la vía por el camino, pero desaparece en varios tramos, sobre todo en los cruces, donde la tapa el asfalto. El terreno de la estación está ocupado por el Parque Marino; hay dos vagones cerrados en el predio, y asumo que cierto edificio es la estación, por lo que no pregunto para confirmar, y ahora tengo la duda.
El clima es radicalmente diferente al fresquete lloviznoso de San José; me meto al mar, luego sufro la solazón. Regresando a San José, bajo por el camino para ir a Heredia, donde llego en otro colectivo cerca de cinco menos diez. Es capital de la provincia homónima. Pregunto por la estación, llego a la vía y la sigo, yendo junto a las casas casi. El edificio es chico, está enrejado, lo foteo bien. Ya no queda más que hacer que volver a San José. 
Heredia (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 26 de diciembre de 2010
Heredia (Costa Rica) - Ferrocarril al Pacífico - 26 de diciembre de 2010
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul

lunes, 21 de septiembre de 2020

Viaje a Centroámerica I

Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala, México

Sábado 18 de diciembre de 2010: A la madrugada parto en un vuelo a la ciudad de Panamá. Averigüé en internet que los servicios ferroviarios de pasajeros fueron establecidos en 2001 (al regreso del viaje, una más minuciosa pesquisa me reveló que ya desde el inicio tuvo pasajeros, pero la empresa actual, privada, es reciente, sucesora del depauperado sistema estatal que reemplazó a la administración yanki), corriendo de lunes a viernes.
Domingo 19: Desde la loma donde se asienta la masiva Administración del Canal, en la localidad de Balboa (conurbanada con Panamá) diviso vías y vagones portacontenedores, portando contenedores, formando trenes...
Lunes 20: Me allego a la estación (7.00 hs de Panamá), ubicada en la localidad de Corozal, al norte de Balboa. Por el camino ya vi locomotoras y trenes de carga. Ahí está el tren de pasajeros estacionado ante el andén. Sale a la mañana y vuelve a la tarde, llevando más que nada turistas a la Zona Libre de Colón para dar vía libre al consumismo.
En el interior de la estación venden remeras con motivos del ferrocarril y turísticos, u$s12, y me compro una. El boleto está a u$s22 (sólo ida); en micro sale u$s2,50, pero no es la cuestión. Paso al andén y paseo la vista por los coches; uno tiene mesas, con un solo ocupante, debe ser para empleados. La guardesa o azafata me indica que sólo se puede ocupar el coche siguiente, y a la flauta, es de lujo, panorámico, tapizado, con cafetería en desnivel. 
7.15 bocinea y sale.
7.43 pasa Gamboa, sin estación. Vamos por la selva, luego junto al Canal, después cruzando el Lago Gatún. 
Cuando estamos por llegar voy a ver adelante qué hay, ya que hay gente que va y viene de ahí: asomaderos, y un coche de menor cualidad (no panorámico), quizás igual al de atrás, pues tiene mesas, e igualmente hay un solo ocupante. 
8.21 Colón, en la costa caribeña. Al pasar por la cafetería regalan una “cajita feliz”, que bien podrían haber dado al principio. 
Corozal (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Salgo para fotear el tren con sol, pero hay alambrada y vegetación; foteo más o menos. Después, a pesar de los consejos en contra leídos en internet, me interno en la ciudad, llegando hasta la costa, donde posa de monumento una locomotorita portuaria. Tomo un taxi a la terminal.
Llegado a la terminal de Albrook en Panamá, saco pasaje para la noche, me pruebo la remera temática ferroviaria en el baño y tomo un taxi a la estación para cambiarla por un talle mayor, pero está cerrada. El tren llegará de regreso 18.10, no sé si estará abierta a esa hora la parte comercial, pero igualmente es de noche a esa hora y no da ganas de andar por ahí.
Me siento a tomar una colación y luego sigo junto a la alambrada para ver de fotear. Justo se mueven las locomotoras, y regreso. Pasa un carga con 50 vagones portacontenedores. La trocha es media. Del otro lado foteo locomotoras estacionadas y un coche, mientras está nublado; al rato se solea.
Panamá - 20 de diciembre de 2010
Panamá - 20 de diciembre de 2010
Martes 21: Por las 7.05 llegamos a David, capital de la provincia de Chiriquí, la cual linda con Costa Rica. En la terminal hay un hotel “económico” (u$s 20), y ya instalado pregunto por la estación del Ferrocarril Nacional de Chiriquí. La encuentro convertida en biblioteca, con dos rieles alzándose desde el suelo del lado de la vereda. 
Luego de una pasada por el hotel agarro un minibús que justo viene saliendo. Pasa por La Concepción, cuyo edificio comunal tiene un aspecto sospechoso, luego por Paso Canoas (localidad compartida con Costa Rica), Progreso (mirando a un lado y otro por si veo la estación, y de pronto pasan viejos coches arrumbados junto a la calle-ruta) y algún terraplén o simple zona de vía, total o parcialmente sin rieles, ya entrando a Puerto Armuelles, punta de riel del ramal principal.
Corozal (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Colón (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Llegados, retrocedo a la zona de vía más cercana, por ahí a la vuelta, llego a la vista de galpones bananeros abandonados, que por el color parecen el Belgrano, y preguntando me informan que la estación se quemó y en su lugar pusieron un supermercado o restaurante, y que venía “el motor” (será coche motor). La trocha es métrica. 
Luego de un poco metido en el Océano Pacífico tomo minibús a Progreso. Hay allí tres coches, uno parece coche motor, otro remolcado y uno chiquito que no sé. No hay estación, sólo un galpón apartado.
Visito después Paso Canoas de los dos lados, y volviendo hacia David, al pasar por la Junta Comunal de La Concepción, la de aspecto sospechoso, ¡le veo la vía! Bajo, por supuesto; en el lado de atrás, alambrado, hay dos coches que pasaron a mejor vida hace tiempo.
Ya no creo tener tiempo para ir a Boquete, de modo que me quedo en David; regreso a la estación, a la que le da sol en mejor ángulo, y la foteo otra vez.
Colón (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Corozal (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Corozal (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Corozal (Panamá) - 20 de diciembre de 2010
Panamá Canal Railway Company - 20 de diciembre de 2010
Boquete (Panamá) - La estación, ahora Municipalidad - 22 de diciembre de 2010
Miércoles 22: A las 8.33 el viejo colectivo me deja en Boquete, al norte de David, punta de riel del ramal. Parece Córdoba y está fresco, lo cual no esperaba en este país. La estación sobrevive porque funciona de Municipalidad.
Regresado a David, junto el equipaje y parto a Costa Rica, quedándome en Ciudad Neily, relativamente cerca de la frontera, en la provincia de Puntarenas. Ya instalado, pregunto por las vías del bananero FC del Sur. Me dicen que pasaba por atrás del pueblo, y que no queda ni un riel; no era de pasajeros, no tenía estación. Dado que mi plan viático es extenso, estoy siempre preocupado por el tiempo, y además quiero ir a la punta de riel antes de que termine el día; por eso no organizo mejor las ideas: cruzando la ruta está la localidad de Corredores, la cual figura en mi mapa de 1970 (Ciudad Neily no), recibiendo una de las puntas de riel (en otro plano veo que la zona estaba llena de pequeños “ramales”, sin duda las fincas donde se juntaba la banana, para ser llevada al puerto), pero no voy a investigar eso, sino que regreso a la terminal luego de fotear el río Corredores desde el puente de la ruta
Continuará
Gabriel Ferreyra
El "Ferroviador" Azul